
Y allí estabas para (re)armarme. Afirmabas de mi mano, y besabas mi mejilla, mientras yo no podía evitar que corriera sobre tus besos el grito mudo de mi interior por mi cara.
-¿Es necesaria alguna otra razón?-. Pregunté luego de responder a tu pregunta con un te amo.
-No-. Fue tu respuesta.
Seguridad, es lo único que ha sido así. Quizás no sé nada; no sé que decir, no sé que hacer, no sé como actuar ni qué pensar. Pero, hay algo y es lo único que sé. Y volvemos a lo mismo.
Quería mirarte, pero no suelo dejar a ese grito mudo interactuar con el mundo. De igual modo, pasó. Y allí estabas, abrazándome, mirándome, queriéndome. Mientras yo, no podía controlar mis pensamientos que volaban por millones de espacios de mi vida. Lo evitaba a ratos, pero, eran más fuertes que yo.
A ratos, partes de mi se volaban y perdían con el frío del viento. Y allí estaba tu mano (re)armando mi ser. En instantes, algunas partes de mi perdían el sentido. Y allí estaban tus labios (re)encontrándome.
Ayer lo sentí, se llama corazón. Antes sólo había sentido que partes de mi se comunicaban con él. Algunos se expresaban de manera flotante dentro de mi estómago en los momentos de encontrarme con tu mirada.
Ayer, fue él quién se comunicó conmigo -y contigo-. Te lo hice saber. No entendía que era lo que sucedía, evidente, nunca lo había sentido queriendo decirme algo.
Es necesario, lo sé. Debo decir lo que siento, no guardarlo.
Pues a veces es difícil.
Pues créanme lo intento.
A veces, me guardo.
Felices los que (son)ríen a la vida. Pero también felices los que lloran porque pueden comunicarse.
Hoy (te) quiero. Hoy (te) Amo.
¿Qué sientes tú hoy?